Persistes con cruel ritmo, lento y amenazante, como un maldito cuentagotas de minutos que quiere no acabar,
Eres eso,
Un universo detenido, el que nada pasa.
Eres eso,
Un manojo de claveles sobre lo que es ya mi sepulcro.
¿por qué no detenerte?
Detente y mira lo que haz hecho,
andas agonizante sin lograr despertar al alba,
sin acercarla, sin hacerla llegar,
sin lograr que venga y que no me deje más pensar,
pues, quiero ser salvo de esta tormenta de imágenes, torbellino de ideas, collage de falsos mundos, recuerdos inútiles que nunca existieron
y palabras sensibles que jamás se oirán.
Insistes en no aparecer otra noche, sino hoy,
Atravesándote en lo que quedó de alma, solo su nombre.
Insistes en no querer hacer amanecer en mi mundo.
¿son los astros nocturnos consejeros?
¿ o será el éter en que lo atrapas?
¿ o es que ellos duermen para ser yo su velador esta fusca noche?
No lo creo,
Porque ando en vigilia roja por causa tuya,
Es por tu culpa que dibujo formas extrañas que juegan a ser palabras,
Que son interminables,
Inconclusas,
Inmutables.
Son perfectas para quedarse y para dejar que me deje sin más,
Para que mi cuerpo mutilado sangre lo que en años no sangraba,
y tú no te vas.
Aun no haces aparecer en la pétrea bóveda de la noche los naranjas del nuevo día,
Son tantas cosas, noche,
Son tus momentos corruptibles, antes, son tus largos brazos insomnes, ahora,
Son tus amargos espasmos, mañana
Y serán por siempre los oscuros desvanes donde se apilan las cajas con recuerdos de lo que fue ella.
¿por qué no pares un nuevo sol?
Un mundo distinto,
Una llamarada de nuevo orden,
unos cántaros de aguas de cambio,
millones de estrellas para mirar otros días,
porque ninguna de ellas quiero ya mirar hoy.
(me ahogan, se colman, se mezclan con las lagrimas que aun no salen de mis ojos),
¡malditas luciérnagas que no me dejan dormir!
Maldita tú que tampoco lo haces.
Imploro que me dejes soñar,
Que me dejes soñar,
Ir,
Andar nuevas sendas,
O descansar de los días rancios últimos
Y despertar en las nuevas fechas para existir feliz,
Y con indecible vida me dejes vivirlas.
Persistes en no cerrar mis ojos para navegar sueño adentro,
Para que me envenene del néctar de l que fue su presencia
si, la d ella que ya no está-
pero tú no me dejas escapar, me atas con burdos grilletes de pensamientos informes.
¡ no quiero!
No quiero mas pensar,
Ni sentir, ni escribir,
Quiero dormir para jamás despertar,
Quiero arrancarme con una daga lo que me queda de espíritu,
Quitarme la lengua para no balbucear más su nombre
Y también mis ojos, que miran lejos al oírla nombrarla,
Quiero ahogarme en un sueño eterno, placido, tórrido,
Quiero despedazarme y no hacer más con mis partes tu letanía:
Que mis brazos ya no rueguen por ella,
Que mis labios ya no rueguen por ella,
Ni mi corazón, ni mis ojos, ni mis cabellos, ni mi piel,
Ni que mi alma rueguen por ella.
Insistes en no dejar salir a los matices dorados de la pronta jornada,
¡qué haces?, ¿dónde escondes el amanecer para que no lo vea?
¿lo disfrázate de noche eterna, para no ser visto?
¿o lo teñiste de índigo para que las luces enmudezcan ante él?
Para que ella sueñe, para que juegue a ser alguien.
¿o ya es de día y yo no lo sé?
¡No lo veo, soy ciego a él.!
No llego a distinguir las tinieblas de mi mente de las luces fugitivas del futuro.
¿es que cerní sobre mis sienes, sin saberlo, el casco de hades,
para no ser vista, para no ser feliz,
¡para que nada pase!
Ni tú, noche.
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