lunes, 6 de diciembre de 2010

Noche ( Colección Suspiros Instantáneos)

Hoy la luna mordio invisible mis ojos y me los escupio, me atajo en su
sombra, me redujo y me traiciono. Yo creia en su frio suave, en su
boca estrellada, en su aliento nebuloso. Pero hoy, me arrancas la
conciencia, me transformas en animal, me derrotas y me manchas de ira.
De saberme acorralado, de morir sin haber muerto, de ser ejecutado sin
apenas lanzar mis ultimos deseos como un grito de clamor dolido. Hoy
me estrellas tu estratos sadicos contra mi cabeza, me quitas los
sueños, me atacas a mansalba, y me arrebatas todo por cuanto he
dormido, amado y soñado. Me quitas el pan, la carne y la vida. Me
quitas la sal, la miel y la bebida. Me quitas esa maldita sensacion
etilica de que por una sucia vez en la vida estoy haciendo lo
correcto; y me tiras a una cama a dieciséis mil pies por debajo de la
mujer que amo. No es justo, yo no he levantado injuria alguna sobre ti
y tus vuelcos intensos y groseros, ni mido con mi vara torcida tu
injusticia, ni canto ningun requiem a la muerte de la poca amistad que
quedaba entre tu, noche hija de puta, y este malnacido. Ahora, le
soplas miedo en su alma y ella anuda la soga que exprime mi garganta
muda...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Nunca Suicida

¿Qué piensas hacer con esa arma? Haz el favor de bajarla.-No quiero, no me da la regalada gana.-¿Qué dices, hijo; no vez que te vas a matar?-¿Y qué crees que planeo hacer, mamá? Matarme.-¿Qué cosas dices, mijo, no ves que me haces sufrir?-¿Y, qué hay con eso?-¿Cómo, es que no te importo?-Sí planeo suicidarme es porque no me importas tú, ni nadie, mamá. Ya estoy harto de todo y de todos. Me destroza la humanidad que todos me digan lo que tengo que hacer. Así que ahora soy yo el que decide qué hacer, y lo que deseo hacer es quitarme la vida.-Pero, Carlos Alfredo, ¿qué cosas dices?, dame acá el arma, te lo ordeno.-¡Atrás!-Carlos ba... baja el arma, por el amor de Dios.-¡Atrás, atrás!-Carlos, dame la maldita pistola de una buena vez.-¡Ah, si! ¿Y qué te parece esto?-¿Carlos, qué haces?, dame la mald....-¡Atrás, coño!, atrás o me meto un tiro. ¿Crees que no has mandado lo suficiente en mi vida, ahora quieres mandar sobre mi muerte?-¿Qué muerte, muchacho loco?-La que nos sigue. ¿No la ves? Esta en todos lados, nos persigue.-Por Dios hijo, no digas esas cosas...-¡Siéntate!-Carlos, no me hables así que yo soy tu mad...-¡Siéntate, por un demonio!... eso, quédate así, contemplando como tu hijo se va de tu falta de madre sobreproctetora.-¡Hijo!, no... No lo hagas.-¡Ah, si! ¿Y qué planeas hacer, golpearme con la correa del los lunes, atarme al árbol de los fines de semana?-Era por tu bien, hijo. Era por tu....-O no, mejor aun, los reglazos en la espalda de las tablas de multiplicar.-Pero aprendiste, hijo.-Claro que aprendí A temerte. Las tablas siempre estarán, y yo ya no soy un niño. Las tablas no crecen.-Si, papi. Pero, baja el arma, eso...eso...-¡Ahora soy papi! ¿No querrás decir “maldito pegoste” o “inepto”, o “tarado”, o “bastardo”? Ahora si soy, “papi, mi amor, querido, tesoro”.-No digas eso, sabes que yo te quiero.-¿Querer? ¿Tú a mí? No creo. Eso no es querer. Tú no quieres a nadie. Tú eres la que me está matando ahora. Tú no me mereces, ni a mí, ni nada.-Hijo, no llores, ven a mí.-No estoy llorando, estas lágrimas son de odio.-Ya lo sé, hijo, lo sé, me odias, lo sé. Ven.-Déjame, mamá. Vete. No quiero que me veas llorando.-Llora eso, llora y desahógate.-Claro “llora”, como no eres tu la que está pasando pena.-Vamos, hijo, llora. Llora, Carlos Alfredo.-No, deja, mamá, no me abrases, suelta. Bueno... sólo un rato.-¿Ves? Como antes ¿recuerdas?-¡Snif!... suelta... ¡snif!... tu siempre, mamá.-Eso, abrásame muy bien, bebé.-Mamá, mami.-Si, hijo, ¿qué quieres?, dime lo que quieras.-Perdóname, mamá... ¡snif!... perdón.-No, cielo, no tengo nada que perdonarte.-¡Snif!, ¡snif!, si, mamá, si, perdóname.-Pero, ¿por qué, qué tengo yo que perdonarte? -Por haber cambiado de opinión... ¡toma!