Hoy la luna mordio invisible mis ojos y me los escupio, me atajo en su
sombra, me redujo y me traiciono. Yo creia en su frio suave, en su
boca estrellada, en su aliento nebuloso. Pero hoy, me arrancas la
conciencia, me transformas en animal, me derrotas y me manchas de ira.
De saberme acorralado, de morir sin haber muerto, de ser ejecutado sin
apenas lanzar mis ultimos deseos como un grito de clamor dolido. Hoy
me estrellas tu estratos sadicos contra mi cabeza, me quitas los
sueños, me atacas a mansalba, y me arrebatas todo por cuanto he
dormido, amado y soñado. Me quitas el pan, la carne y la vida. Me
quitas la sal, la miel y la bebida. Me quitas esa maldita sensacion
etilica de que por una sucia vez en la vida estoy haciendo lo
correcto; y me tiras a una cama a dieciséis mil pies por debajo de la
mujer que amo. No es justo, yo no he levantado injuria alguna sobre ti
y tus vuelcos intensos y groseros, ni mido con mi vara torcida tu
injusticia, ni canto ningun requiem a la muerte de la poca amistad que
quedaba entre tu, noche hija de puta, y este malnacido. Ahora, le
soplas miedo en su alma y ella anuda la soga que exprime mi garganta
muda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario