Desde los principios de la historia en los caminos ha existido gente arrollada. Por ejemplo, las cavernas de Altamira, España, muestran variados pictogramas de los primeros homínidos sapientes cruzando una línea para no ser pisoteados por una manada de mamuts, y uno que otro hombre o mujer primitivos quedaban en el suelo pisoteados por los gigantescos paquidermos del pasado. Luego, durante el Imperio Romano, más de un transeúnte quedaba machucado en las primeras calzadas que la humanidad fabricara en masas, todo esto mientras la diligencia imperial pasaba a toda marcha llevando algún senador o comunicado de la época. Ya , en las cercanías de nuestros tiempos, en nuestro propio suelo patrio un médico lo bombearon delicadamente a la cuneta, siendo la primera persona arrollada por el primer automóvil construido industrialmente, el Ford T; lo curioso es que éste impacto fulminante convirtió al arrollado en un mártir que cura gente aún después de muerto.
Pues de esta manera en los cementerios del mundo, todo un alud de arrollados se asinan. Las estadísticas se multiplican conjuntamente con el parque automotr y cruzar la calle se ha vuelto, hoy por hoy, un caos total; un caos que perturba la salud mental de los caminantes urbanos de las metrópilis del planeta. San Felipe no es la excepción. Sus calles son unas guillotinas pavimentadas cuyas extensiones están repletas de bólidos mecánicos hambriendos de carne peatonal. Por ello es que en ente instante abordaremos una serie de recomendaciones del acto de cruzar la calle ó Crux platea como lo decían los sacerdotes hace siglos en su enredado latín misal.
Recomendaciones*
Mirar pa’ los laos, ó del latín lateribus vide. Es importante que sí el transeúnte no sea víctima de una sorpresa desagradable, y tomando en consideración que la ordenanza del sentido en que deberían circular los automóviles no es respetada, es mejor echar el ojo para los dos lados. Además, es siempre recomendable mirar bien a ese hijo de p&%$ cuando lo arroye a uno para, en el peor de los casos, recordarlo y esperarlo en el otro mundo con un bate.
Ó del francés egarder des deux côtés de la rue. Al instante en que coloquemos la primera pesuña en el asfalta debemos ejercer la acción de otear en ambas direcciones de la avenida, calle, camino o engramadado (uno nunca sabe con las nuevas podadoras) aún cuando demos por hecho de que ésta es de un solo sentido. Se han dado casos que por estar mirando pa’ bajo viene un carro pa’ bajo también y es cuando el transeúnte en cuestión es arrollado.
Cualquier vaina te escoñeta, ó del latín quid laedantur. Cualquier cosa que se desplace con una masa y una velocidad superior a la tuya puede ocasionar un impacto de magnitudes achichonables, por lo bajito. Existen leyendas de gente llevada por delante por motos, carruchas ybicicletas (entre los objetos más comunes), pero también se sabe de carritos de helados, ruedas de atún, bultos de harina en lomo de un chino, patinetas, monopatines, comparsas de payasos, elefantes descarrilados, camellos deorientados, manada de manatíes y marchas del primero de mayo. No hay que confiarse.
Encaramarte en el capot, ó del alemán Aufstieg zum Kap. Quizás te hayas percatado que cuando los automóviles entrar en estado de incercia estática frente a un dispositivo alto y amarillo llamado por algunos “semáforo” y por otros “lalú” este está iluminando un tenue color rojo, que es aún más tenue a medio día. En este instante los automóviles se colocan sobre unas líneas paralelas una a la otra por donde se supone deberías caminar tú. No veas esto como un obstáculo sino como un reto. Algunos optan por pasar por detrás del vehículo, otros aún más osados, por delante. Yo, según mi lógica recomiendo subir al capot, caminar sobre él hasta llegar nuevamente a su término y brincar al pavimento hasta llegar al otro lado de la calle o hasta otro vehículo, donde la acción se repite hastya donde sea necesario.
La lú roja es pa’ cruzá, ó del turco kırmızı ışık geçmeye. Otras urbes despilfarran los impuestos de sus contribuyentes en otro tipo lujosísimo de semáforo llamado peatonal, y para quienes han tenido la posibilidad de salir al exterior (del estado) habrán notado estos corotos amarillos atravesados a orillas de una acera en todas las esquinas de una cuadra. Su objetivo es, además de malbaratar la plata en excentricidades colectivas, indica al peatón cuándo es su turno para cruzar la calle. En cambio esta ciudad no pierde sus valiosas arcas en estos ostentosos e inútiles aparatos mientras que cree firmemente en la lógica del sanfelipeño común, a quién el cerebro le indica cuándo cruzar: cuando no vea carro cerca o que vaya tan lento que de chance de frenar , calculando la distancia a la que está en un momento determinado y analizar físicamente el tiempo que tardará en recorres los X metros entre su avistamiento hasta el cruce peatonal en cuestión. En un principio de empleaba la lógica de la luz para los carros: si es rojo yo cruzo, sí es azul ni por el c&$%, pero esto se ha vuelto inseguro e inestable.
*valga acotar que estas recomendaciones están sujetas a las atribuciones particulares de la ciudad de San Felipe en Yaracuy, Venezuela
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yeiko