martes, 23 de noviembre de 2010

¿Quién es el último? Ó, Teoría breve de la cola



La cola, per sé, se trata de una formación física numeral o nominal que separa a varios elementos parecidos o disímiles, cuyo propósito es, finalmente, uno idéntico. La cola perturba hasta la psiquis más sana, se trata de un invento endemoniado que nos hace ver la espalda del vecino por horas, nos priva de libertad y echa a la basura nuestro derecho al libre tránsito y albedrío. Qué fino sería que cada quien llegara a un sitio y no tuviera jamás que hacer una de estas manifestaciones culturales conductista.
Y mientras sigo atacando la cola desde el punto de vista más negativo y crítico, permítanme hacer una breve clasificación, de lo como a mí respecta, se agrupan las colas (¿y ya ven?, otra cola de colas)
1.- Por su longitud. Hay colas que son pequeñas, las más menudas apenas abarca un elemento detrás de otro, pero puede ser una experiencia traumática si quien nos precede se instala por dos horas a hacer un trámite bancario, por ejemplo. Otras, son sencillamente kilométricas, literalmente, son miles de metros ocupados por objetos y sujetos aguardando por un premio anhelado por el común, a veces, aunque sea breve la acción que cada elemento debe cumplir, la experiencia de la espera total es como para llorar.
2.- Por la presencia. Hay colas en las que debes estar presente, porque si llegases a salir por un momento entonces quedarías desterrado al peor de los castigos, comenzar de nuevo. Hay quienes se pasan de vivos y acuden a ayudarse con elementos a los que les atribuyen el derecho a estar en la cola que cualquier ser humano tiene; hablamos de piedras, bolsos, rayones de tiza, un zapato, un animalito, o incluso, nada. Éstos últimos son desesperantes porque los que recién llegan a la cola ignoran, pues, que en el intersticio entre dos personas asombrosamente "está otra" que no está. Siendo así que en la cola es el único lugar donde la calidad de ser, estar y existir aplica a niveles incomprendidos aún por los más pensadores.
3.- Nominal o Numeral. ¡Coja el numerito!, y usted va y retira un trozo de papel con una inscripción numérica de un espiral en un caracol rojo pegado en una pared de la carnicería; este es el vivo ejemplo de la cola numérica, casi tan parecida al cola presencial, salvo que esta condición presencial tiene un efecto parecido a las moléculas en estado gaseosa, todas están pero andan libres por ahí. En tanto que la otra aplica más que todo al campo académico, militar y administrativo ( y penal, en el peor de los casos), y está ejemplificada cuando nuestro nombre (o apellido) es mencionado o sabemos que estamos prevenidos después de Cáceres Roberto (por nombrar a alguien). Lo interesante de esta cola es la cualidad personal que tiene, por tratarse de un contacto más directo con nuestra identidad, algo que es poco tocado cuando éstas listas vuelven a ser numéricas al llamarnos por nuestro número de cédula, lo que nos remite a un imaginario en donde ya no somos gente sin no artefactos construidos en serie.
Sea cual sea el propósito de la cola, su fin persigue satisfacer la necesidad colectiva en una sola jornada, en ayudarnos a plantear nuestras quejas inútiles ante desconocidos, aprovechar para revisar la cartera y ordenarla, hablar con la simpática compañera de adelante o atrás, medir el avance de la cola a través de los cuadros en el suelo y un reloj de pulsera, y entre otras cosas, compartir el carácter humano que hace de la cola, irrestrictamente, un lugar de encuentro. 
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yeiko

1 comentario:

Unknown dijo...

Una vez mas, querido yeiko, te la comiste y obviamente mientras lo leia no pude dejar de reirme, bueno ya sabes en realidad m rio de cualquier cosa aunque pueda paraecer poco graciosa...la mejor parte la cola numerica...!!