sábado, 7 de julio de 2012

Felicidad


Al contrario de lo que se esperaría, guindó, sin ninguna lágrima, la soga en el travesaño del techo; y hasta colocó un alegre nudo debajo de su barbilla, con el que se reía a consecuencia de las cosquillas por el roce entre las hebras sintéticas y su incipiente barba.
Estaba tan feliz que no quería vivir otro día que pudiera bajar su intensa dosis de júbilo. No deseaba tomar ese riesgo, ese día era especial. Estaba muy seguro y sonriente, al punto que alcanzó a gritar ahogadamente, y a modo de juego, "gol" al patear el banquito debajo de él.

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