Lo que hace muchos años comenzó como un mundo oculto, aunado a las perversiones fílmicas que buscaba era dar sano entretenimiento al adulto que soportaba la condena de una sociedad rígida, de códigos morales inflexibles y de una Iglesia más metiche que muchas mujeres que conozco. El cine porno, a pesar de las películas en blanco y negro, sin sonido y genitales peludos, se abría paso entre los comentarios a regañadientes de la gente para convertirse en lo que hoy es: una de las industrias más lucrativas del entretenimiento global. (¿Alguna duda?, introduce la palabra Porn –del español porno- en el buscador de Google y dale a Buscar). Desde los huecos en las paredes hasta Silicon Valley, en California, se han refundado la industria que produce motivos para escudriñar a los demás imitando el acto de amor…sin amor, claro. De pequeño te habrás encontrado en el cuarto de los mayores en tu casa (o donde hayas vivido) una película en Betamax o VHS, una revista con gente en pelota, o algún almanaque con un par de cosas más bonitas que las que tu mamá (con todo respeto) tenía cuando te amamantó. Todo eso pasaba mientras tu objeto de contrabando en el liceo era una imagen de un Adán o una Eva, o de ambos (según fuera tu caso), entonces ni te pasaba por la mente la idea de usar una computadora (había que tener real de verdad para ver un televisor blanco en el que aparecían unas letras feísimas, con teclado incluido) para recibir los Powerpoints inútiles con los que tus panas te saturan el correo electrónico. Ahora, con papá-Internet, todo es más papaya. Ver una teta en una computadora hoy día es más habitual que recibir mensajes de texto que terminen en TQM. Y a eso iba, gracias a la tecnificación de la transmisión de archivos y de las herramientas de comunicación e información, a Motorola se le ocurrió quitarle el cable a un teléfono para que pudiéramos llamar donde estuviéramos pero con un morral donde se guardaba la pila y el cargador, y 30 años después, es más probable que una chica deje en casa su cédula de identidad que su teléfono celular que reproduce archivos mp3 y mp4, envía mensaje de texto y multimedia, con conexión a Internet por vía WAV, juegos en lenguaje Java, cámara de 2 mega píxeles, con calendario, reconocimiento de voz, calculadora, grabadora de video y demás parafernalias que no llegará a utilizar antes de que se le dañe, se aburra de él y se compre otro mejor.
¿Y qué tiene que ver la pornografía en todo esto?, la respuesta: todo. He visto en menos de dos meses decenas de videos caseros que personas que conozco me han mostrado o me han transferido vía infrarrojo. Se dice que donde estudio hay al menos unos cinco videos en los que aparecen estudiantes no precisamente estudiando. El virus se ha prendido desde el Liceo Andrés Bello exportara para el mundo el primer video porno casero en celular venezolano, en el que se ve una niña de franela azul practicándole el oral a uno de diversificado, y que por lo menos ha visto un millón de personas en el país. Según he visto, el que graba, siempre en su mayoría, son tipos. Y a todas estas yo me pregunto. ¿En qué pensaban cuando hacía eso?, no los culpo, de pana. Mi opinión me la reservo, y créanme que no es para nada ofensiva. ¿La chama accedió así por así? ¿Existe alguien detrás de todo este movimiento porno-celular incentivando, económicamente quiero decir, la producción de este tipo de material?, yo no creo que alguien vaya a grabar su intimidad con quien sea y se los va a pasar a sus panas así, como sí nada. Pero sí eso te divierte, no tengo inconveniente…total, los videos siempre son agradecidos, y más sí vienen junto el escarmiento silencioso de la población que te conoce.
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