jueves, 13 de noviembre de 2014

13 de noviembre de 3454 a.C.

La Superintendencia de Precios Justos (Sundde) sanciona con 20 Unidades Tributarias a Lot por estar vendiendo el kilogramo de Sal a precios al 300% del precio regulado. Además de recibir la visita de la comisión del citado organismo, Lot fue citado por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) para adelantar las averiguaciones sobre la repentina desaparición de su esposa Edith. Ante la presión de los funcionarios, Lot ha confesado “Sí, yo fui, venía muy molesto porque me gané una piedra de oro en un Bingo en Sodoma, que luego la salida de mi mujer la sacó de la mochila y la tiró. Por eso le dije a Lot (para que ella volteara a mirar atrás): Epa, Edithcita, ¿Aquélla no es tu chancleta?”.

De allí surgió la expresión “Me saca la piedra”. 


sábado, 8 de noviembre de 2014

08 de noviembre de 4034 a.c.

Goliat recibe un peñonazo en el cogote por hacerle bulling a David. Éste se cansó de que le dijeran  todo el tiempo "Sótano 3". Luego Goliat muere porque se le desprendió la cara al desgarrarse todos los músculos faciales cuando, de coñazo, puso cara de pena al ver que David (mejor conocido como Jockey de perro) lo había humillado frente a su club de admiradoras. De allí que nazca la expresión "se me cae la cara de vergüenza"

Más abajo vemos una foto posterior al mamonazo que David colgó en su cuenta de Instagram @DavidNoCreeEnNadie



domingo, 21 de septiembre de 2014

El silencio

Mellar el tiempo, eso hace. Serpentear por la mente, hurgando los poros de la conciencia. Se atasca en la garganta y  reposa en el recodo más funesto, aguardando en un vacío incómodo, donde la voz es encarcelada y trata de no morir.

Preciso es callar y conservar las navajas dentro del pecho, dejarlas ahí hasta que sea prudente que el tiempo, las ganas y las heridas no duelan o no se sientan, que a veces no es lo mismo.

Preciso es pensar, pensarlo mucho para no decir nada. La palabra en la mente es una piedra horrible, pero vale más que la gema que a gritos se tira a los oídos por doquier.

¿Qué decir?, mejor no decir y ya. Que el aire siga denso y sin letras, que no se humedezca del aliento jamás, y que las cosas orbiten en un éter de sustantivos muertos.

¿Qué decir? Si ya para decir las cosas no hay oídos, no hay quien las escuche, ni las entienda, ni las sienta. Mejor es doblegar los labios y que la luz no entre jamás a la boca, ni que los dientes sientan el viento que los pulmones dispara, ni que la lengua se interese en otra cosa más que contar los dientes, como si buscara siempre alguno que faltase, o sobrase.


Preciso es dejar que las cosas pasen por la mente, que se atropellen en los pensamientos, que sus bandadas de sílabas se  aplasten contra la piamadre, que las tormentas derrumben cada surco del encéfalo tratando de salir a dentelladas, que el cráneo retumbe ante tantas palabras que pujan por salir; mejor es hacer mérito del orgullo, de condolencia propia, de querer que las cosas se mantengan, y que se perpetúe, si es preciso, el silencio.